La historia del espresso comenzó con el auge de la industria europea del café. Diversas variedades de café empezaron prosperar en todo el continente, y no había suficientes conocimientos ni tecnología para satisfacer la enorme demanda.
Por aquel entonces, las máquinas se valían de la energía del vapor para producir espresso rápidamente. Muchos crearon prototipos, pero la máquina de Angelo Moriondo supuso un gran avance para la innovación del espresso moderno. Su máquina utilizaba una gran caldera que podía calentar a hasta 1.5 bares de presión y empujar el agua a través del café molido situado debajo. También disponía de una segunda caldera, que producía vapor para calentar el café molido y terminar la infusión.
No había ninguna razón aparente para que la máquina de Moriondo no llegara al mercado. Finalmente, no fue Moriondo quién comercializó el espresso. Fueron Luigi Bezzera y Desiderio Pavoni quienes se hicieron conocidos por dominar el mercado.
Luigi Bezzera era experto en la fabricación y elaboración de licores. Presentó el espresso a principios del siglo XX. Constantemente buscaba la forma de producir espresso más rápidamente y envasarlo en una taza para que fuera más cómodo de distribuir y vender. En su primera prueba logró preparar café espresso en cuestión de segundos, pero la máquina se incendió por sobrecalentamiento.
Si bien fracasó en el primer intento, Bezzera siguió intentándolo y solo se detuvo cuando se quedó sin dinero para repetir los ensayos y comercializar sus productos. Fue entonces cuando intervino Desiderio Pavoni, que compró las patentes de Luigi Bezzera en 1903. Basándose en el diseño de Bezzera, Pavoni mejoró su creación con una válvula de descarga de presión. También añadió una varilla de vapor, para aprovechar el vapor acumulado en la caldera de la máquina.
Juntos, perfeccionaron la máquina de café espresso y presentaron su creación en la Feria de Milán de 1906. Ese fue el día en que el mundo conoció el caffè espresso.
