Las cafeterías son uno de los puntos de referencia y pilares culturales de la sociedad moderna. Si bien aún existen, algunas de ellas tienen siglos y han recibido a algunos de los personajes históricos y artísticos más relevantes de todos los tiempos.
Menos o más lujosas, en ocasiones consideradas verdaderas obras de arte en sí mismas, sus muros tienen la historia escrita tal como la conocemos hoy. Escritores, artistas, hombres de estado y conspiradores solían reunirse allí, con su amor por el café como el único factor en común. Visitarlas puede ser una experiencia maravillosa y, en cierto modo, puede ser como conocer a Victor Hugo, a Giacomo Casanova, a Goethe o a Oscar Wilde.
A continuación, incluiremos una lista y una descripción de las cafeterías más importantes y antiguas de todos los tiempos, e intentaremos señalar cómo se originaron, se volvieron importantes y, finalmente, cómo aún siguen fascinando a cientos de visitantes y consumidores.
Según los historiadores, el registro más antiguo de la existencia de una cafetería es de 1475. Parece que una tienda llamada Kiva Han abrió en ese año en Estambul, específicamente Constantinopla, como se llamaba la ciudad en ese momento. En el café probablemente se servía café Turco , que aún es muy popular, y luego café filtrado.
Dado que la cultura del café se desarrolló fácil y rápidamente en la capital Otomana, las cafeterías se hicieron conocidas como lugares de reunión para las discusiones políticas y, para principios del siglo XV, los líderes religiosos las prohibieron por creer que los puntos de reunión alentarían eventuales derrocamientos para gobernar el imperio.
Sin abandonar Turquía, llegamos a Gaziantep, en la región de Anatolia Suroriental, donde se inauguró Tahmis Kahvesi en 1635 como el primer café Bizantino. En la actualidad, esta tradicional cafetería aún ofrece diferentes tipos de café, entre los cuales es posible pedir el legendario menengic khavesi, preparado con pistacho, una sublime bebida local, así como otra bebida a base de café preparada con semillas del árbol de trementina. Lámparas de colores, encantadores vitrales y muebles enteramente de madera generan una atmósfera acogedora, con frecuencia embriagada de música típica de Turquía en vivo.
Café Le Procope abrió sus puertas en 1686 y es considerado el café en funcionamiento más antiguo de París y probablemente uno de los más antiguos del mundo occidental. Ubicado en el corazón del distrito bohemio de Saint-Germain des Prés, justo en el Rive Gauche, el banco izquierdo del Sena, Café Procope era originalmente un emprendimiento siciliano. Conocido por décadas como uno de los cafés littéraires más relevantes de la capital francesa, albergó a figuras como Voltaire y Diderot, mientras que durante el siglo XIX, tras volverse famoso, personalidades del calibre de Victor Hugo, Alfred de Musset, Honoré de Balzac y Paul Verlaine asistían a este café y escribían algunas de las páginas más famosas de la literatura francesa.
Grandes pintores solían pagar lo que consumían con sus pinturas y otras obras. Si bien hoy en día lo frecuentan más turistas que artistas, la perdurable atmósfera de aquellos días aún puede palparse en las instalaciones del icónico café Le Procope.
El Caffè Florian es una presencia esencial en la Procuratie Nuove, las emblemáticas viviendas dispuestas en forma de herradura de caballo en la Piazza San Marco, el centro vital de la antigua Serenissima, como solía llamarse la república de Venecia. Considerado por los venecianos el café más antiguo de Europa según una concepción moderna, es indudablemente uno de los principales símbolos de la ciudad. Fue inaugurado el 29 de diciembre de 1720 por Floriano Francesconi con el nombre “Alla Venezia Trionfante”, aunque pronto se conoció como Caffè Florian en honor a su propietario.
Mientras puertas adentro se servían los cafés, tés y vinos más finos de los países orientales, Grecia y Chipre, puertas afuera se desarrollaban acontecimientos históricos, y Florian era testigo del esplendor y la caída de la Serenissima, así como de las conspiraciones contra los dirigentes franceses y austríacos.
Desde el principio, la clientela de Caffè Florian fue de primera, considerando a personalidades históricas y literarias como Giacomo Casanova, Carlo Goldoni, Johann Wolfgang Goethe, Lord Byron, Ugo Foscolo, Honoré de Balzac, Charles Dickens y Oscar Wilde entre otros, y también era la primera vez que se les permitía la entrada a las mujeres en una cafetería.
En los últimos años se fundó un nuevo Caffè Florian en Florencia . No obstante, uno aún puede sentarse en los sofás y sillones de terciopelo rojo del café histórico en Venecia mientras admira los retratos y las asombrosas obras de arte, y saborea un Florian helado, elaborado con crema batida y café frío, o un Caffè del Doge, que lleva café, leche, gianduia y crema de avellanas, para vivir una experiencia asombrosa.
No hay dudas de que las cafeterías vienesas, conocidas como Kaffeehäuser son majestuosas. Un emblema indiscutido de elegancia y delicias a base de espresso en una ciudad que en pleno derecho celebra el café en sí. Entre las diferentes opciones para un amante del café, el Café Frauenhauber, fundado en 1824, es aún la opción más sugerente conforme se acerca a su bicentenario, ubicado en un bello y antiguo edificio amarillo, cuyo interior se destaca por su encantador y un poco excéntrico diseño que alude al Art déco.
Confortable y fiel a la tradición, su menú es la transposición exacta de la identidad culinaria de la ciudad, incluidos el schnitzel y, por supuesto, el strudel de manzana, aparte de las decenas de cafés disponibles. En realidad, hay una costumbre local que uno no debería perderse mientras se encuentra en Frauenhuber: pedir un café fuerte con una buena porción de torta, la mayoría de las veces una contundente Sachertorte. ¿Por qué no acompañar este rito con un juego de ajedrez para sumergirse en una típica y evocadora atmósfera austríaca?
Hay muchas más ubicaciones asombrosas que podríamos recomendar en cuanto a cafés y cafeterías antiguas. Tan solo piensa en el monumental Antico Caffè Greco en Roma, o en el encanto medioriental de El-Fishawy Café en el Cairo, pero también en el sabor colonial del Café du Monde en Nueva Orleans, o el suntuoso Majestic Café en Oporto, con sus sinuosas y refinadas líneas. De cualquier modo, se trata de cafeterías destacadas que evocan el placer, tanto del pasado como del presente, de disfrutar de un delicioso café con seres queridos en un contexto sofisticado e histórico.